martes, 17 de marzo de 2015

Doctrina Monroe.

La llamada Doctrina Monroe fue anunciado por el presidente de los EE.UU., James Monroe (Presidente de 1817 a 1825) En su mensaje al Congreso el 02 de diciembre de 1823

"Juzgamos propicia esta ocasión para afirmar , como un principio que afecta a los derechos e intereses de los Estados Unidos, que los continentes americanos , en virtud de la condición libre e independiente que adquirieron y conservan , no pueden ser as considerados, en el futuro, suceptibles de colonizacion por ninguna potencia europea". (Mensaje del presidente James Monroe al Congreso de Estados Unidos , 1823)

La Doctrina Monroe reafirmó la posición de los EE.UU. contra el colonialismo europeo en América, inspirado en una política de aislamiento de George Washington, Según el cual " La Europa tenía un conjunto de intereses elementales sin relación con nosotros o que nos concierne muy remotamente y por eso sería imprudente mezclarnos en sus conflictos"( Discurso de Despedida del presidente George Washington el 17 de septiembre del año 1796) , y desarrolló la idea de Thomas Jefferson, según la cual "
América tiene un hemisferio para sí misma", lo cual podría significar que veian al continente americano como su propia país.

La Doctrina Monroe, tal como se resume en la frase "América para los americanos ", tiende a considerarse como el embrión de pan- americanismo , lo que mejora aún más el aislamiento de los EE.UU.,que favoreció el crecimiento de su hegemonía en América Latina.

El pensamiento de la Doctrina Monroe, en tres puntos :


No crear nuevas colonias en las Américas, ya que todos los países de americanos, por ser libres e independientes , no podían ser sujetos de dominacion de potencias europeas.
La no intervención en los asuntos internos de los países americanos ;
EE.UU. no intervendría en los conflictos relacionados con los países europeos , como las guerras entre estos países y sus colonias.

En ese epoca, la Doctrina Monroe representaba una seria advertencia no sólo para la Santa Alianza, sino a la también a la misma Gran Bretaña de la cual se habían independizado, Si bien su efecto inmediato fue la defensa de los nuevos Estados americanos , puramente moral, ya que los intereses económicos y la capacidad política y militar de los EE.UU. no superaban la región de El Caribe. De todos modos, la formulación de la doctrina Monroe ayudo a impedir los planes de recolonización europea en América y permitió a los Estados Unidos continuar ampliando sus fronteras hacia el oeste , diezmando a las tribus indígenas que habitaron esa región. Esta expansión en el continente americano tuvo como inspircion al llamado *Destino Manifiesto, y marcó el inicio de la política expansionista norteamericana en el continente.

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El Destino Manifiesto es el pensamiento que expresa la creencia de que el pueblo de Estados Unidos es el elegido por Dios para controlar el mundo , por lo que el expansionismo norteamericano es sólo el cumplimiento de la voluntad Divino.


viernes, 13 de marzo de 2015

LA GUERRA ESTADOS UNIDOS – MÉXICO


            El 11 de mayo de 1846 el presidente James Knox Polk, decidido expansionista, declaró la guerra a México bajo el argumento de que tropas mexicanas habían cruzado territorio norteamericano en Texas para atacar a las fuerzas del general Taylor. La declaración de guerra no hacía sino culminar una serie de provocaciones estadounidenses destinadas a apoderarse de California y Nuevo México.
            La independencia de Texas, apoyada por Estados Unidos, fue utilizada por las administraciones para sus fines expansionistas. Se encuentra documentado que estados Unidos deseaba forzar la guerra entre la república de Texas y México a fin de justificar su intervención armada y despojar a los mexicanos de amplios territorios en el norte. Para ello, diseñó dos asuntos que desde el nacimiento estaban destinados al fracaso diplomático: las reclamaciones para fijar los límites territoriales de Texas y la discusión sobre el futuro de la nueva república.
            Frente a los deseos anexionistas de líderes como Samuel Houston, los políticos y la prensa de México solicitaron una campaña que castigase a los responsables de la independencia texana. Sin embargo, la guerra fue desechada como primera opción. En este sentido, el papel de Charles Barkhead, embajador del Reino Unido en México, fue determinante para las decisiones gubernamentales. De acuerdo con el consejo de Barkhead, era preferible que los mexicanos reconocieran la independencia de Texas porque de esta manera habría una república que los separaría de la política expansionista norteamericana. Bajo este argumento simplista, los funcionarios mexicanos se aprestaron a reconocerla.
            Los planes de una conciliación que asegura la paz entre los dos países llegaron a su fin cuando Texas se anexó a la Unión Americana. Ante este hecho, México rompió relaciones con Estados Unidos y el Gobierno norteamericano envió a las tropas de Zachary Taylor a la frontera texana a fin de provocar un incidente que justificara la guerra. Mientras, Estados Unidos emplazó su fuerza naval en el Golfo y el Pacífico, frente a los puertos de Veracruz, Mazatlán y San Francisco. Ante estas acciones, el presidente Mariano Paredes planeó la constitución de una monarquía. Mientras tanto, Antonio López de Santa Anna, a través de su vocero, el coronel Atocha, animó al presidente Polk a continuar con su política hacia México a fin de facilitar su regreso al poder.
            En el caso de California, la posesión de este amplio y fértil territorio se convirtió en otro de los objetivos centrales de la guerra, sobre todo a partir de 1844, año en que John C. Frémont, oficial del ejército de Estados Unidos, publicó un diario de viaje en el que refería las enormes riquezas de aquellas tierras y la debilidad de la defensa mexicana. Esta situación se había puesto de manifiesto en 1842; en ese año, el comodoro Thomas C. Jones tomó la ciudad de Monterrey (California) ante el falso rumor de guerra contra México.
            El 10 de noviembre de 1845 Polk comisionó a John Slidell, ministro plenipotenciario, para negociar con México la cesión de Nuevo México y California, además de fijar los límites de Texas más allá de la frontera que nunca había tenido (territorio de Coahuila).
            Debido a las proposiciones, los funcionarios mexicanos se negaron a recibir a Slidell, por lo que Polk pidió al Congreso la aprobación de la declaración de guerra. Mientras tanto, el presidente Paredes declaró la guerra defensiva contra Estados Unidos. Dos días después, las tropas de Taylor invadieron México y los soldados mexicanos abrieron fuego. Pretextando la agresión mexicana, Polk declaró la guerra el 11 de mayo de 1846. Para la administración norteamericana, la guerra era el mejor recurso para apoderarse de California y Nuevo México.
            Los invasores siguieron tres rutas: el bloqueo de los puertos del Pacífico, la invasión por tierra en el norte, a cargo de Zachary Taylor y la ruta del Golfo de México que implicó el bloqueo de Veracruz y Tampico y la penetración territorial a cargo de los generales Winfield Scott, Robert Lee, Ulysses Grant y George B. McClellan. En esta última ruta tuvieron lugar las batallas de Churubusco, Molino del Rey, Chapultepec y la ocupación de la ciudad de México.
            Durante los primeros meses de la guerra, el Gobierno de Mariano Paredes se tambaleó debido al rápido triunfo de los invasores en el norte de México. Ante ello, el presidente estadounidense Polk pidió un líder que se mostrara más favorable a los intereses norteamericanos. De esta forma, Antonio López de Santa Anna, con protección, abandonó el exilio en la Habana y llegó a México en septiembre de 1846. En diciembre, el Congreso designó a Santa Anna presidente y a Valentín Gómez Farías con personalidad opuesta vicepresidente. Pronto Santa Anna dejó la administración para combatir en el norte y Gómez Farías asumió el cargo.
            En ese momento el Gobierno tenía las finanzas en crisis, lo que le impedía hacerse de recursos para defender al país de la agresión. Además, estados como Yucatán, aprovechando la coyuntura, se independizaron de la república. Tratando de aliviar la situación económica, Gómez Farías nacionalizó las propiedades de la iglesia, con un valor de 15 millones de pesos, para hacer frente a los invasores. En febrero de 1847 estalló una rebelión en contra de la medida gubernamental. La rebelión, conocida como la de los polkos, fue financiada y exhortada por la iglesia católica. Ante la gravedad de la situación, Santa Anna interrumpió las operaciones en el norte, rechazó la medida confiscatoria y abolió la vicepresidencia en abril de 1847.
            El ejército del Golfo ocupó Veracruz el 29 de marzo; en mayo entró a Puebla lugar donde la iglesia les organizó festividades; el 20 de agosto, en Churubusco, derrotaron a los mexicanos, a pesar de las enormes pérdidas norteamericanas. A esta batalla la sucedieron las de Molino del Rey (8 de septiembre) y Chapultepec (13 de septiembre).
            A pesar de la heroica resistencia de los habitantes, los invasores conquistaron la capital el 15 de septiembre de 1847. Al día siguiente, Santa Anna renunció a la presidencia y se formó un nuevo Gobierno presidido por Manuel de la Peña y Peña. Ante el retiro del Ejército mexicano, la resistencia a los invasores fue asumida con valentía por los ciudadanos. Un ejemplo de la visión que se tenía sobre esta guerra es la de Guillermo Prieto:
            Estos demonios [los americanos] de cabellos encendidos, no rubios, sino casi rojos, caras abogatadas, narices como ascuas, marchaban como manada, corriendo, atropellándose y llevando sus fusiles como les daba la gana […] Un motivo o pretexto cualquiera, que ni es fácil ni es preciso adivinar, encendió los ánimos, cundió rápido el fuego de la rebelión, y en momentos invadió, quemó y arrolló cuanto se encontraba a su paso, desbordándose el motín en todo su tempestuoso acompañamiento de destrucción.
            Llovían piedras y ladrillazos de las azoteas, los léperos animaban a los que se les acercaban, en las bocacalles provocaban y atraían a los soldados que se dispersaban […] Se calculan en quince mil hombres a los que sin armas, desordenados y frenéticos, se lanzaron contra los invasores, que realmente como que tomaban posesión de un aduar de salvajes.